domingo, 24 de febrero de 2013

No vivo per lei

No soy una persona musical.



Cuando conozco gente, siempre, invariablemente, me preguntan qué tipo de música escucho... "Pues... De todo un poco", respondo, sin mucho convencimiento. 

No es que no me guste la música. Sí que me gusta, y hay cantantes y canciones que prefiero. Me encanta bailar, y para bailar se necesita música (aunque ésta sólo esté en la cabeza), y también me gusta cantar. Y silbar, adoro silbar. Sí, sí me gusta la música.

Pero no la necesito. 

Entiendo su importancia y la aprecio, pero no siento ninguna necesidad de que me acompañe a todos lados. No traigo un reproductor de música conmigo, ni llevo audífonos en los bolsillos. No escucho la radio ni pongo música de fondo mientras navego por internet o trabajo. Cuando me gusta una canción, no busco inmediatamente información sobre el cantante o la banda. Mientras escribo este post, estoy en silencio.

No tengo cultura musical. No tengo idea de muchas bandas o discos, ni siquiera de muchos relativamente famosos. Soy un ignorante, pero no me importa serlo. No tengo interés por conocer o aprender más de música, por lo menos no un interés especial, así como no tengo ningún interés especial en aprender sobre arquitectura o cultura tailandesa, sin que eso signifique que desprecie la arquitectura o la cultura tailandesa.

Frases que se repiten en miles y miles de descripciones personales como "No puedo vivir sin música" no se aplican en mi persona. Porque sí, sí puedo vivir sin música. No me gustaría, porque la música le da un buen sabor a la vida, pero no es esencial.

Soy raro.

Y esta rareza musical mía es probablemente la mayor de mis rarezas. Porque sólo conozco a una persona que la comparte (y diría que en menor grado que yo).

Mi mejor amigo comparte muchas de mis rarezas, pero ésta no, y de manera muy contrastante, porque él sí es de esas personas que se describen como amantes de la música. A veces, cuando estamos juntos y se escucha una canción que le gusta, me dice algo así como "100 puntos si sabes quién la canta". Lo hace sabiendo que no sabré responder, o tal vez lo hace con la esperanza de que sí sepa... Sea cual sea el caso, no me gusta que lo haga, porque del alguna manera percibo la intención de echarme en cara, como si fuera algo malo, un aspecto de mi personalidad del que, si bien no me enorgullezco, tampoco me avergüenzo, pues creo que el hecho de que mis prioridades en cuanto a gustos y aficiones sean diferentes, el hecho de que sea raro, no tiene nada de malo.

Hace algún tiempo escribí un post en el que hablaba sobre mis sentimientos cuando estaba en compañía de mis amigos heterosexuales. No todo el tiempo, evidentemente, pero sí en circunstancias específicas (como cuando la conversación giraba en torno a mujeres o cuando se ponían a ver pornografía), me sentía excluído e incluso triste. Y el problema no era la discriminación (ellos me conocen, me aceptan y me quieren), ni siquiera el sentirme diferente (ahora me doy cuenta), sino los pequeños detalles (una sonrisa irónica, una mirada, algún comentario) con los que me hacían notar, adrede, aunque sin malicia, que en ese momento yo era el raro. Como si me lo reprocharan.

Y así me siento cuando sales (sí, ahora te estoy hablando en segunda persona) con ese jueguito de los puntos. Me entristece un poco, me molesta. Y si no te lo hago notar es porque soy consciente de que es una tontería que algo así me afecte. Finalmente, sé que esos puntos son sólo un juego, que tu cariño y tu opinión sobre mí no cambian porque no sepa quién canta qué cosa, que es una nimiedad sin importancia. Pero lo cierto es que, aunque no tenga buenos motivos, me afecta. Tal vez por mis propias manías, miedos e inseguridades, pero me afecta. Aunque sepa que tu intención está libre de malicia, me afecta.

Así que si cuando estemos juntos se escucha una canción que te guste y quieres hacérmelo notar, puedes decirme "Hey, ¿conoces esa canción? Se llama así y la canta tal", pero no me intentes probar, porque no te responderé.

Soy como soy y no me avergüenzo de serlo. No es normal, pero que algo no sea normal no quiere decir que sea malo.

No soy una persona musical.

4 comentarios:

  1. Hey. Di con tu blog de pronto. De hecho algunos de los temas que mencionas ya los he abordado yo también.

    Me gustó. Tenemos puntos de vista similares en algunas cosas. Y qué bueno que seas de los que no abandona su blog, es algo que no debe terminarse. Te envío saludos.

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  2. Siempre he considerado que resultan más interesantes y atractivas las diferencias, los contrastes, que los adocenamientos. Yo, en cambio, sí me considero un melómano. La música forma parte importante de mi vida. Pero tampoco ando por la calle con los pinganillos en las orejas. Todo requiere su ceremonial...

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  3. Pues creo q tampoco, claro que a mi me distrae y eso, pero los hay q son melómanos y se saben la discografía de todos, y yo pues solo tengo algunos favoritos.

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  4. Pues no existe nadie normal, creo yo, a algunos les gusta una cosa y a otros otra, en lo personal me encanta la música y luego cuando estoy solo me pongo a cantar como loco, aunque no te puedo decir tanto así como es de tal disco o de tal cantante, simplemente me gusta y ya...

    eso si, con la clásica, ahí si puedo decirte, ese es vivaldi, o ese es mozart o etc etc... pero creo que es por que crecí con ella.

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