viernes, 10 de enero de 2014

El enamorado eterno



Llevo cinco años en una relación.

En cinco años pasan muchas cosas. Y una de esas cosas es que uno puede enamorarse y desenamorarse de la misma persona en múltiples ocasiones sin que eso amerite terminar la relación. De hecho, estoy convencido de que la clave para tener una relación así de larga es aprender a enamorarse y reenamorarse.

Dicen que el amor y el enamoramiento no son lo mismo. En efecto. El enamoramiento es el momento, el flechazo, la pasión. Dura aproximadamente tres meses. El amor son los planes, la familia, los recuerdos. Eso puede durar toda la vida.

Sí, soy un romántico empedernido que cree en el amor eterno.

En lo que no creo es en el enamoramiento eterno.

Con una excepción...

A lo largo de estos cinco años me he enamorado, en varios niveles, de varias personas, eso lo admito. Pero lo dejo pasar, porque al mismo tiempo me he enamorado varias veces de la persona con la que escogí estar. Y eso es genial. Sin embargo, una de estas otras personas de las cuales me he enamorado se ganó un privilegio hermoso y terrible:

Se ganó el privilegio de que nunca me desenamoraré de él.

Así es, nunca voy a desenamorarme.

Por un lado, por lo particular de nuestro enamoramiento. Platónico, por decirlo así, por causa de la enorme distancia geográfica que nos separaba.

Pero por otro lado, y esto es lo mas importante, porque está muerto.

Y ahora ya no hay tiempo, a menos que haya una vida después de ésta, para desenamorarme de él. Para aburrirme de sus conversaciones o para hartarme de sus defectos. No hay tiempo para acostumbrarme a su presencia.

Es hermoso y terrible al mismo tiempo.

En menos de un mes se cumplirán dos años de su partida.