sábado, 15 de diciembre de 2012

One billion and Un billón

In Spanish "un billón" is not the same than in English "one billion", in Spanish it is 10¹² (12 zeros = un mllón de millones) and in English it is (10⁹) (9 zeros = a thousand millions). According to this video by Dr James Grime and Dr Tony Padilla, the Spanish way is mathematically more logical.

But in Spanish, the logic in that is not just mathematical, but also linguistic (and not just etymological as shown in the video): "un millón" (10⁶) and "un billón" (10¹²) are not numeral determiners, but nouns; so we say "mil cosas" ("mil" is a numeral determiner -a.k.a. numeral adjective) but "un millón DE cosas" and "un billón DE cosas". There is no need to have a word for a number that can already be expressed with a rather simple expression as "mil millones"; just when the last numeral determiner possible is used (999,999 = novecientos noventa y nueve mil novecientos noventa y nueve is STILL a determiner), then we need another noun to avoid a complex expression as "un millón DE millones DE cosas".



PS: Escribí este post en inglés porque en un principio era un comentario para el video mismo, que está en inglés. Pero quedó muy largo y me gustó, así que decidí publicarlo acá.

martes, 4 de diciembre de 2012

¿Para qué estudias eso?

Se supone que uno tiene vocación y que la vocación determina lo que se debe ser para ser feliz. Si es una vocación práctica y "útil", como ser cocinero o ingeniero automotriz, todos contentos. ¿Pero si nuestra vocación no es tan útil para los estándares de la vida moderna, de la cultura occidental? Entonces se nos critica, se nos dice que no triunfaremos en la vida o que moriremos de hambre. Incluso, se nos cuestiona... ¿Para qué quieres estudiar eso? Nótese la preposición. Yo no estudio PARA algo, yo estudio POR algo. Porque la respuesta a "¿por qué?" varía de persona a persona, pero la respuesta a "¿para qué?" debería ser siempre la misma: PARA SER FELIZ.

sábado, 15 de septiembre de 2012

Banderas, patriotismo e identidad

El "grito" de independencia; imagen robada vilmente de facebook.

Gracias a mi ñoñez académica y a una muy conveniente beca, tuve la oportunidad de pasar la primera parte de este año en Francia, estudiando un semestre de mi carrera. 

Yo nací en México: soy mexicano. No soy la persona más patriota del mundo; de hecho, si bien considero que amar a la patria no tiene nada de malo, no me parece el más importante de los valores cívicos y, más bien, considero que, en exceso, el sentimiento nacionalista es sumamente peligroso (como la historia se ha encargado de demostrar); no veo en el llamado "malinchismo" un defecto y, todo el mundo lo sabe, uno de mis proyectos para el futuro es emigrar. Me gusta decir, cursimente, que soy "ciudadano del mundo", y uno de los derechos humanos que más defiendo (y que resulta ser uno de los más pisoteados) es la libertad de tránsito.

A pesar de todo eso, yo no me avergüenzo de ser mexicano y hasta albergo en mi corazón un cierto orgullo por serlo. Ser mexicano es una parte de mi ideantidad que no podrá cambiar nunca y que no quiero que cambie, y al tener la experiencia de vivir en el extranjero, descubrí también la emoción y el placer de ser mexicano: distinguir la bandera de México, hábilemente camuflajeada entre las banderas italianas (eso me pasó en Roma); encontrarse con un compatriota en el metro y saludarlo con alegría porque lo escuché hablando mi dialecto del español, o preparar una exposición sobre la fête des morts que extrañara, interesara, maravillara o conmoviera a mis compañeros de curso, italianos, españoles, chinos, búlgaros y rumanos. Estar en el extranjero no me hizo exactamente extrañar a mi país (aunque tal vez porque estuve muy poco tiempo), pero sí me hizo encontrarle un gran placer a vivir y compartir mi identidad: ser diferente me hacía especial e interesante, y cuando se tiene buena voluntad, los díalogos interculturales en los que se comparte la propia cultura, pero también se aprende de la cultura ajena, resultan una de las más enriquecedoras experiencias.

Hoy (y no sólo por mi experiencia en el extranjero, sino por la madurez que, en general, he ido adquiriendo al crecer) me doy cuenta de lo importantes que son los símbolos, entre los cuales la bandera es el símbolo por antonomasia. Un símbolo trasciende lo que es, su forma física y sus colores, y adquiere un significado enorme: el símbolo es la expresión de toda la identidad, una de las cosas que, a nivel individual y colectivo, más apreciamos los seres humanos. 

Sin embargo, no siempre fue así. De hecho, de niño y preadolescente, crecí detestando la bandera tricolor. No era tanto una cuestión de "malinchismo" (aunque en parte sí me daba cuenta y despreciaba las deficiencias de mi país); más bien, la educación para el patriotismo resultó ser un arma de doble filo. En efecto, durante casi una década se me exigió que todos los lunes me parara bajo el rayo del sol, en posición de firmes, durante una buena media hora, incómodo hasta el paroxismo y enfundado en un horrible uniforme para "rendir honores", saludando con un gesto que ma parecía de lo más ridículo, a un pedazo de tela que se paseaba por el patio de la escuela. Así lo pensaba en ese entonces y la escuela me enseñó, contrariamente a lo que el sistema pretendía, a no apreciar en absoluto ese símbolo que para mí simbolizaba una ceremonia cansada e inútil.

Ahora me doy cuenta de la importancia de los símbolos y hasta me pongo de pie para escuchar el himno nacional, pero me sigue pareciendo que la ceremonia de honores a la bandera, con su instrucción militar velada y el cinismo que los profesores (el "honorable presidium") exhibían, colocándose en el único lugar con sombra y con su botellita de agua al lado, es algo a lo que no debería obligarse a los niños pequeños, no porque la ceremonia en sí sea mala, sino porque ellos no entienden (o, por lo menos, yo no entendía) el objetivo de ella, y porque enseñar a niños pequeños ritos autómatas como saludar a un símbolo parece, más que educación, adoctrinamiento. 

Yo creo en la importancia de los símbolos y de la identidad, pero también creo en el derecho al individualismo, a que cada quien pueda elegir qué partes de su identidad (personal, nacional, lingüística, sexual) apreciar y demostrar (así como militar por éstas) y que partes reservar a un esquema más privado o, incluso, cambiar (en la medida en que esto sea posible; todos sabemos, por ejemplo, que es imposible cambiar la orientación sexual o la lengua materna, mientras que sí es posible cambiar de ideología política o religiosa; en cuanto a la nacionalidad, si bien no es posible deshacerse de ella [en el caso de los mexicanos por nacimiento], sí es posible agregar una segunda o tercerea y cambiar de país de residencia).

Y sobre las fiestas... bueno, creo que cualquier excusa es buena para celebrar.

¡Viva México!

lunes, 4 de junio de 2012

Judas Kiss

¿Conocen a Brent Corrigan? Seguramente sí, no se hagan. Es un actor porno gay muy popular.


Pues bien, Brent últimamente ha decidido que quiere ser recordado por algo más que su enorme pene, su delicioso culo y su coqueto tatuaje en forma de estrellita, y por eso ha empezado a aparecer en películas que no son porno, aunque sí son muy gays: tuvo un rol secundario en Another Gay Sequel, que es la secuela de una especie de American Pie gay que no he visto pero que tiene muy mala pinta; también apareció, aunque sólo incidentalmente, en Milk, una película mucho más meritoria.

Brent Corrigan, o Sean Paul Lockhart, que es su verdadero nombre y el que al parecer ahora prefiere, dio personalmente mucha promoción a una película llamada Judas Kiss. Una película de temática gay, por supuesto, pero que, cuando vi el trailer, me llamó bastante la atención, pues no es para nada una comedia barata como Another Gay Movie y su secuela.


Judas Kiss es la historia de un cineasta fracasado que en su juventud ganó un premio al parecer importante. Años después, amargado con la vida, se ve obligado, contra su voluntad, a ser uno de los jueces en el mismo concurso que ganó de joven.

La noche anterior al día en que conocería a los concursantes, nuestro héroe va a una fiesta y se enrolla sexualmente con un muchachito muy sexy y mucho más joven que él. Al día siguiente, oh, sorpresa, resulta que su ligue de una noche es uno de los concursantes.

La trama en ese momento parecería ya lo suficientemente cliché, pero un elemento nuevo hará que las cosas se compliquen: resulta que el cortometraje que el joven cineasta wannabe presenta para el concurso es exactamente el mismo que el juez presentó años atrás. Es más, el joven concursante de hecho tiene el mismo nombre que el juez usaba en su juventud (y que cambiaría después por conveniencia de la trama).

Obviamente, tras pasar por las dos fases reglamentarias en este tipo de situaciones (una: pensar que todo es una broma y dos: sospechar que se ha vuelto loco), nuestro protagonista acepta el sobrenatural hecho de que se ha visto envuelto en una especie de doblez temporal y de que eso significa que tiene una misión importante que cumplir: evitar que su yo joven se convierta en el amargado y fracasado yo actual... y para lograrlo, deberá evitar a toda costa que gane el concurso, exponiendo frente a todos que en realidad hizo trampa: una trampa muy sutil, tan sutil que la verdad yo no entendí cuál era, pero que él evidentemente conocía (pues fue él mismo quien la perpetuó).

¿Y Brent Corrigan en dónde sale, por cierto? Su papel es el del buen mozo, simpático y tierno que conquistará (creo) el corazón de nuestro joven protagonista.

Al final, el personaje logra evitar que su contraparte juvenil gane el concurso y con ello alcanza la felicidad. La película falla en explicar por qué demonios perder el concurso era tan importante para lograr el éxito, y cuando terminé de verla sólo pude pensar... ¿y luego...?

La idea del hombre que vuelve al pasado para evitar que su yo del pasado haga tonterías es una idea reciclada (aunque el hecho de que el personaje haya tenido sexo consigo mismo es un punto original, pero intrascendente). Si hay algo que le puedo reconocer a la película, empero, es que no hace del hecho de que el personaje sea gay un gran alboroto. O sea, que no es una película gay, sino una película cuyo personaje es gay, lo cual me parece meritorio, aunque no suficiente. Las actuaciones no son malas, pero no sobresalen, y los personajes resultan atractivos más por sus lindas caras (que la verdad sí están bien pinches guapos todos, no se puede negar) que por sus elaboradas personalidades.

Sean (o Brent, como sea) no logra con esta película demostrar un talento que vaya más allá de su cuerpo perfecto y de su dulce rostro, de modo que falla miserablemente en su cometido. No me lo tomen a mal, no quiero decir que el chico no tenga talento para el cine no pornográfico, sólo que si lo tiene, esta cinta no logra mostrarlo.

Me parece muy bien que Lockhart quiera triunfar en un mundo más allá del porno, pues se nota que tiene cerebro y que es un buen tipo, y, aunque no me parece para nada vergonzoso su trabajo de estrella porno, yo tampoco querría ser recordado sólo como un juguete sexual. Espero, sin embargo, que sus próximos proyectos sean más logrados que éste, y que se desligue un poco del "cine gay", no porque tenga nada de malo este tipo de cine, sino porque sus consumidores no pueden dejar de ver en Sean a Brent Corrigan.

No recomiendo Judas Kiss, aunque creo que no es una película tremendamente mala. Visualmente, excepto por el efectillo especial barato que usan en los momentos de mayor tensión temporal (todo como que brilla para dar a entender que algo sobrenatural está sucediendo...), tiene lo suyo, y no me aburrí viéndola.

miércoles, 2 de mayo de 2012

11 meme 11

Mi tocayo Tigre (cuyo blog es uno de mis favoritos y que, por cierto, siempre me ha llamado la atención con la particular coincidencia entre nuestros nombres y apodos - Francisco Tigre, Francisco LeÓn) me etiquetó en este meme. Siempre, en mi época de blogger, me emocionaba mucho que me etiquetaran en estas cosas, aunque no sucedía muy a menudo; con el declive de los blogs al que yo mismo he contribuido, es evidente que ahora sucede mucho menos. Y sin embargo, mi tocayo se acordó de mí y le estoy agradecido.

Las reglas son estas: él hace 11 preguntas que yo debo responder; después yo hago 11 preguntas que otros 11 responderán y así hasta el infinito.

Voici :

1. Describe tu habitación, o ese rinconcito que refleje tu persona.

Mi cuarto está bien iluminado, tiene un tragaluz que me ayuda a dormir cuando hay lluvia (el sonido de las gotas contra el cristal me arrulla) y es a la vez la parte más caliente y la más fría de mi casa (se calienta mucho de día, se enfría mucho de noche; se calienta mucho en verano, se enfría mucho en invierno). Hay una cama, varios libreros llenos de libros (de los cuales muchos no he leído y están en la fila de espera), el escritorio de mi computadora, un buró, una ventana con cortinas (no persianas, porque odio las persianas). Lo más remarcable probablemente sean las paredes: me encanta pegarles cosas. Posters, envolturas de chocolate, dibujos que me han hecho, postales de lugares a los que he ido... no se trata de un ejercicio semiótico (por lo menos no conscientemente hablando), es decir que lo que pongo en mis paredes no necesariamente significa algo y no se supone que refleje mi personalidad o algo así; más bien es por razones estéticas: según yo, se ve chido.

2. Dónde te gustaría viajar: en el futuro, en el pasado. A qué época? Por qué?

Si tuviera que hacer turismo temporal, me gustaría viajar a lugares en los que he estado en sus épocas de gloria. Por ejemplo, cuando voy a ruinas (recientemente fui a un teatro romano antiguo), me gustaría ver cómo era realmente en la época en la que se representaban obras de teatro durante el imperio romano. Con la idea de comparar de manera viva cómo era antes y cómo es ahora. Ahora bien, si fuera para quedarme a vivir, preferiría el futuro. Sí, ya sé que no pinta muy bien, pero la verdad es que soy optimista y me gustaría ver los adelantos tecnológicos.

3. Un sueño inconcluso.

No sé si aquí sueño se utilice en sentido onírico. Decidiré que sí, porque todavía estoy joven para decir que mis sueños y ambiciones se quedaron inconclusas :P. En realidad, todos los sueños son inconclusos. Le daré la vuelta a la pregunta y contaré esa vez que soñé que me asesinaban. Así, llanamente un ladrón se metía a mi casa y me disparaba en el pecho. Es la única vez que he soñado que me muero y el sentimiento fue rarísimo. Podría ser el único sueño de mi vida que ha concluído, pero al despertarme (porque me desperté al morir) tenía la sensación de que algo faltaba.

4. Cuánto es lo menos de tiempo que te has acabado de leer un libro?

Un día: Harry Potter y el Caliz de Fuego. No es el único que he leído en un día (los tres anteriores de la serie, entre otros libros, se incluyen en esa lista), pero es remarcable porque es bastante larguito.

5. Qué película te hizo carcajearte hasta doblarte?

Vaya... no estoy muy seguro. Varias de las películas de la serie Scary Movie han logrado ese efecto, pero no sé cuál lo hizo mejor. También algunas de ese mismo estilo, como esa de Vampire Suck (parodia de Twilight), que son muy malas, pero con las que se pasa chido el rato.

6. Con qué canción te identificas más?

Soy una persona muy poco musical, pero hubo una época en la que me sentía muy identificado con una de Reik (creo)... algo sobre "Yo quisiera ser ese por quien..."; ni siquiera estoy seguro del título (¿Yo quisiera?). Ahora ya no me identifico con ella, pero marcó una buena parte de mi vida :P. En estos momentos, no se me ocurre una canción que me identifique (que no es lo mismo que una canción que me guste).

7. Defectos que odias en las personas.

Si tengo que odiar algo en las personas, es el que no sepan escuchar. Cuando intentas hablar con alguien y te interrumpe, te ignora o te da el avión. Me enfada. Si no, también odio que la gente fume (no a la gente que fuma). Y también a las personas desesperadas (ahí me identifico un poco). Ahora que estoy en Francia, he visto a mucha gente desesperada por fumar. Están en el autobús con el cigarro en la boca y el encendedor en la mano para poder prenderlo justo en el preciso instante en el que atraviesan la puerta y entran en el glorioso territorio de se puede fumar. Me irritan mucho.

8. Háblanos de la comida tradicional de tu país. Cuál es tu favorita? Qué lleva?

Soy Mexicano y la comida mexicana me gusta excepto porque no soporto el picante (sí, lo sé, soy un gran bicho raro en México). Si no, me encantan los tacos al pastor, que son tacos de tortilla de maíz con carne preparada especialmente ("al pastor", duh xD)... se acompañan generalmente con piña, pero a mí no me gusta. Por otro lado, las tortillas (de maíz, no de harina de trigo) son un complemento indispensable en prácticamente todo lo que como, desde los huevos del desayuno, el arroz, la pasta, la ensalada... prácticamente todo me lo como con tortillas. Las amo.

9. Anécdota de tu infancia que quieras compartir.

Más que una anécdota, contaré algo que creía cuando era niño (lo recordé con el HashTag de Twitter #DeNiñoCreíaQue, que se popularizó el 30 de abril): mi hermana me spoileó la realidad sobre los reyes magos a muy corta edad, pero mi infantil mente no se resignó e inventó otra fantasía igual de inverosímil e incluso más bonita: el 5 de enero, a la mitad de la noche, todas las jugueterías estarían abiertas y los padres de todo el mundo acudirían a conseguir juguetes en una enorme fiesta nocturna de luz y color. Después comprendería que los juguetes los compraban semanas o incluso meses antes )=.

10. El buen beso debe ser...

Es difícil de definir un buen beso. No debe ser muy baboso, debe empezar lenta y dulcemente y luego volverse más apasionado. Descubrí que lo más importante es que haya práctica, porque los primeros besos son por lo general malos (y sí, me enteré de que algunos de mis primeros besos dijeron que yo besaba mal, y lo cierto es que ahora me doy cuenta de algunos defectos en mi manera de besar en esa época).

11. Chocolate o fresa? XD

Chocolate. Mil veces chocolate.

Et voilà ! Ahora haré mis once preguntas...

1. ¿Alguna vez has estado enamorado de dos (o más) personas a la vez?
2. ¿Alguna vez has aplaudido en el cine, cuando se acaba la película? Si sí... ¿en qué película?
3. Si tuvieras que elegir aprender un idioma que NO fuera inglés, alemán, japonés, chino o cualquier lengua romance, ¿cuál sería y por qué?
4. Háblanos de tus hábitos de sueño.
5. ¿Mar o montaña?
6. Cuéntanos la historia de tu firma (sí, con la que firmas los cheques y los documentos).
7. ¿Frío o calor?
8. ¿Quién es tu mejor amigo y por qué es tu mejor amigo?
9. ¿Qué nombre le pondrías a tu primer hijo varón? ¿Por qué?
10. ¿Qué nombre le pondrías a tu primera hija? ¿Por qué?
11. ¿Qué escuchas en este momento?

Y mis nominados son...

Chin, no creo tener a once lectores ni siquiera como para nominar a once personas... Empezaré por mi otro tocayo, que recién retomó su blog (así tienes algo qué escribir que no sean tus traumas xD). Y... no sé, ese chico Darky que a veces me comenta (a pesar de que su blog lleva abandonado más tiempo que el mío). Vamos dos... emmm... En tercer lugar, al Xavy, que desde que es tuitstar se olvidó de los blogs. Yeah. Y después... ah demonios, esto es demasiado difícil! Quien lo quiera hacer, que lo haga, pues, y me ponen un comentario indicándome que lo hicieron y los añado a la lista. Sé que es trampa, pero pues... qué se le va a hacer.

Los amo.

martes, 7 de febrero de 2012

Epitafio de un Dragón

Alejandro es el nombre de un pequeño monstruo. Pero no es un insulto, bien au contraire, porque entre tus varias características principales estaba el ser un gran fan de Lady Gaga. Ale-alejandro.

Hace unos cinco años, más o menos, me agregó al MSN un chico que no recuerdo si me dijo su nombre, pero que me dijo que le podía llamar Dragón. Dragón porque rimaba con LeÓn (ése soy yo) y porque tenía un tatuaje de dicho animal mitológico en una pierna (el tatuaje estaba próximo a ya sabes dónde, y Dragón, pudoroso, no me lo quiso mostrar nunca en la cámara web). Hablamos un par de veces y después desapareció. Al poco rato me agregaste tú. Tu nombre: Alejandro, pero yo te llamaría Alex. Alex, aunque pronunciado Alej, porque en tu dialecto del español, el de Bolivia, las consonantes s y x al final de palabra se aspiran, hasta el punto en el que cuando te escribías con tus amigos en facebook, podía ver que alteraban la ortografía (y escribían puej en vez de pues).

Te ganaste mi cariño al poco rato, pues eras un chico tierno e inteligente con el que daba gusto conversar. Una de las conversaciones más curiosas que recuerdo fue cuando, al enterarte de que me latía la lingüística y de que tenía cierta manía con la corrección al hablar y al escribir, me comentaste que seguramente me desagradaría el hecho de que fueras incapaz de hacer la distinción entre y y ll. Yo no sabía que en Bolivia esas letras se pronunciaran diferente, pues en México esa distinción no existe. Ni me daría cuenta, descuida, te dije. Lo cierto es que mi propia formación académica me iría despegando de los prejuicios en contra de las hablas vernaculares, de todos modos. Y a pesar de que no tenías tan buena ortografía, siempre intentaste mejorarla, en especial al hablar conmigo; me pedías que te corrigiera y que te enseñara.

Además de Lady Gaga, te gustaba mucho cocinar, nadar, y jugar ajedrez. Existe en la web un blog que iniciaste y en el que no volviste a escribir, pero que deja constancia de eso. No recuerdo si alguna vez jugamos ajedrez, que era de esas tres cosas la única que podíamos compartir a pesar de la distancia.

Siempre fuiste muy lindo conmigo. Siempre me levantaste el ánimo cuando lo necesitaba. Recuerdo esa vez que te dije que estaba molesto conmigo mismo por haber sido un niño tan flojo y por no haber aprendido a hacer la vuelta de carro (que ustedes llaman media luna). Tras hacerme una demostración en la webcam, me escribiste en mi muro de facebook Nunca es tarde para aprender. Una vez, debido a mi depresión causada por el amor no correspondido y la soledad, me dijiste algo que me hizo pensar que si no fuera porque vivíamos muy lejos, te hubiera pedido sin dudarlo en ese mismo instante que fueras mi novio. Me duele no recordar las palabras, pero sí recuerdo habérselas comentado a una amiga, quien reaccionó con algo así como wow.

De hecho, sé que yo tampoco te era indiferente. Experimentabas por mí una admiración que a veces yo no entendía y un cariño que iba más allá de la amistad. Una vez llegaste borracho a tu casa y me hablaste por facebook para decirme las dos palabras más peligrosas del mundo: te amo. ¿Este mexicano con quien tu más cercano contacto había sido a través de una cámara web y un micrófono se merecía que le dedicaras esas palabras? No dudo que fuera verdad. De cierto modo, yo también te amaba, pero no me animaría a tener una relación a distancia. De todas maneras, decías que algún día estaríamos más cerca, y cuando te dije que me había puesto de novio con Jesús, me escribiste (¿estabas celoso?) que sólo no me casara muy pronto.

Un día, ya hace no mucho, me enteré de que el Dragón que me había agregado al MSN hace muchos años, era la misma persona que tú. Cuando sospechaste que te había bloqueado (tal vez por no saber quién eras te borré en una de esas limpiezas de contactos que ya nunca hago), creaste otra cuenta y me volviste a hablar. Peor aún, el Alex que conocí era en realidad la tercera cuenta con la que hablamos. La segunda pasó verdaderamente desapercibida. Tal vez en otras circunstancias eso hubiera sido un poco creepy, pero después de varios años de sincera amistad y de un gran cariño, enterarme de que eras mi stalker sólo me causó gracia y cierta ternuar. Te pedí, con un dejo de lujuria, que me mostrarás el tatuaje de dragón del que no me había olvidado. Algún día te lo enseño, me dijiste, pero ahora no, que me da mucha pena. Nunca lo hiciste, pero una vez soñé que lo veía.

Nuestro amor era muy platónico, y eso también lo sabías tú, por lo que tampoco dejaste de buscar una pareja cerca de ti. Recuerdo que hace no mucho tenías varios pretendientes, y uno de ellos era nikkei (ascendiente de japoneses). Me dijiste que no te interesaba aprender japonés, pero yo insistí en que si de verdad andabas con él, no desaprovecharas la oportunidad, pues igual podrías practicarlo un poco conmigo. Al final no le hiciste caso a ese tal japonesito.

Cuando te conocí estudiabas arquitectura, pero luego la dejaste para dedicarte a otras cosas. Dejaste de estudiar y preferiste trabajar. Eras un hombre de negocios y eras bueno para ello, algo que admiraba bastante porque yo jamás podría ser mi propio jefe. Estaba convencido de que algún día serías millonario.

El año pasado me comentaste que querías hacer un viaje. Tal vez a México, para conocerme. Yo te propuse que mejor vinieras a Francia en junio del 2012... no sólo porque me parece un lugar más interesante que Toluca, sino porque también me apetecía tener un compañero de viaje para recorrer una pequeña parte de Europa. Según tú, para mediados del 2012 habrías ahorrado suficiente dinero para que finalmente nos conociéramos en persona, en el viejo mundo.

La última vez que hablamos fue hace unas tres semanas, el 17 de enero. Dos días después de haber llegado a Francia. Te comenté cómo era la residencia universitaria en la que me estaba quedando, me preguntaste si cocinaría mi propia comida, te prometí que cuando vinieras comeríamos alguna especialidad regional juntos. También me contaste que habías estado enfermo (anemia, me dijiste), pero que ya estabas bien.

¿Fue esa anemia un síntoma de algo más grave que no te detectaron a tiempo y que se complicó? No lo sé, sólo sé que hace un par de días un familiar tuyo escribió en tu muro de facebook que tuviéras ánimo, que todo saldría bien. Supe en ese momento que algo andaba mal y te escribí en ese mismo medio que también contabas con mi apoyo, y que ojalá te pudieras comunicar pronto conmigo. Ya no lo hiciste. Ayer, al llegar a mi cuarto, vi que una tía tuya me había mandado un mensaje. Mi sobrino ya no está con nosotros, ahora está con Dios.

Alex, Dragón... Sé que en Bolivia, familiares y amigos tuyos lloraron tu muerte, pero en Lyon, a miles de kilómetros de tu último lecho, un chico mexicano se sintió tremendamente solo al no tener ningún hombro amigo sobre el cual llorar. Pero igual lloró, lloró tu muerte e imploró por tu noble alma, y prometió honrar tu recuerdo.

Fuiste un gran amigo, uno de los mejores. Siempre estarás en mi alma y en mi corazón. No te olvidaré, Alejandro, porque no mereces ser olvidado. Sirva este texto de un bloggero fracasado que hacía mucho que no escribía para que tu memoria no se pierda. Te quise, te quiero y querré siempre. Y que conste ante el universo que estas palabras humedecidas por las lágrimas de un leÓn enjaulado se escribieron en la ciudad de Lyon, Francia, el día 7 de febrero del año 2012.

Francisco Fargok O.

Requiescat In Pace

Pedro Alejandro Apaza Argandoña, Dragón